En este sentido, Maritza Jiménez Rojas, psicóloga adscrita al DIFEM, señaló que la salud mental se debe cuidar desde la gestación, a través de la comunicación, el afecto, y estimulación de los bebés en todos los sentidos; posteriormente la atención que se brinda al niño ayudará a su autoestima y seguridad.
Ambas especialistas explicaron que la salud mental se refiere al bienestar de una persona en el ámbito afectivo y cognitivo, lo cual comprende las ideas, pensamientos, sentimientos, emociones, la forma de convivir y socializar.
Al buscar su propia identidad en la adolescencia, los jóvenes chocan con la autoridad de los adultos, situación que se agudiza cuando no hay comunicación, confianza y comprensión entre padres e hijos.
Puntualizaron que es importante que la familia adopte normas y responsabilidades en el hogar, así como las consecuencias de no cumplir tales acuerdos, en este sentido los padres deben enseñar con el ejemplo para educar adecuadamente; sin embargo, tales acuerdos deben evolucionar y ser flexibles.
Cuando no se alcanza una buena salud mental en la adolescencia es más probable que se presenten bajo rendimiento escolar, problemas residuales del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, adicciones y depresión, por lo que un continuo apoyo psicológico y social puede ayudar a los adolescentes a desactivar los efectos emocionales de estos problemas y otros como la violencia.
Finalmente alertaron sobre los medios de comunicación que presentan imágenes distorsionadas de hombres y mujeres o modelos de vida negativos; ante ello, los valores juegan un papel importante y por lo mismo deben ser continuamente reforzados por la familia.
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